Allí, en el centro de la plaza, uno no hace otra cosa que preguntarse ¿qué más puedo pedir? Y la respuesta es que nada, pues en Tilcara, en ese escenario, en cuya geografía en donde las montañas y la tranquilidad hacen lo suyo, no cabe otra cosa que el disfrute y el placer.
Parece increíble que existan tantas variedades de marrones y rojos, y que todos ellos se encuentren distribuidos en ese sitio especial que es la Quebrada de Humahuaca. Seguramente, desde el momento mismo en que cualquier turista decide realizar un viaje al norte argentino, espera con ansias encontrarse con este entorno romántico y de paz absoluta.
Por eso, y por mucho más, no es de sorprenderse que para celebrar fin de año, la gente decida estar en un destino como este. Sin embargo, Fiestas de Fin de Año en Tilcara, ¿como se festeja?
Sin dudas, es un sitio muy agradable y la cultura es un componente insoslayable, que lo convierte aún en más especial. El Carnaval se aproxima y uno de los primeros puntapiés para sentir ese espíritu de jolgorio y festividad es durante la Diablada de Año Nuevo.
¿En qué consiste? Nada mejor que despedir el año, que cerrar el 31 de diciembre, con colorido, música y tradición. Por eso, a partir de las 7 de la tarde, comienza el show.
Las comparsas se organizan, los diablitos se disfrazan y en un santiamén casi todos están listos para desfilar e invadir las calles.
Hay tres bombas que causan gran estruendo y revuelo, pero que son el indicio perfecto para aventurar a todos e indicar que en pocos minutos, comienza el baile en la calle. Y así, en esos instantes que están por dar rienda suelta a las últimas horas del año y a lo nuevo que comienza, los diablitos van a brincar por las calles, a elegir a varias personas y a sacudir los cuerpos al ritmo de bombos, quenas y música folklórica.
La procesión de gente sigue efusiva esta comitiva hasta llegar a un baile, en donde se llevará a cabo la gran despedida.
A las medianoche, por supuesto, el espectáculo no tiene comparación: fuegos artificiales se confunden en medio del paisaje, volviendo día la noche. Besos, abrazos y brindis no faltan en este momento de intensa felicidad.
Los diablitos dan algunas vueltas más por el pueblo, moviéndose, presumiendo sus disfraces. Luego, el calor empieza a sofocar y en uno de esos tantos paseos, se marchan para deshacerse del disfraz y así continuar la fiesta, pero más libres y cómodos.
El baile sigue hasta altas horas de la madrugada, la música no afloja y la alegría mucho menos. Cuando el sol empieza a asomarse, el escenario es otro: la gente empieza a retirarse poco a poco y aquellos que no están cansados se reúnen en la plaza y otros se van junto al río. La popular coplita diría llegando esta el carnaval, a lo que podríamos agregar el año también. ¡No te pierdas esta oportunidad de dar vuelta el calendario de un modo diferente!
Me encantó tu relato. Voy a hacer este viaje sola y justo estoy decidiendo si pasar Año Nuevo en Purmamarca o en Tilcara. Un beso grande 🙂