Berlín parece no querer aceptar empresas que lucran en zonas grises de la ley y le dijo basta a Uber, Airbnb y similares con las últimas regulaciones sancionadas.
Si bien se sabe que estas nuevas economías colaborativas no son siempre bien recibidas por los sectores más conservadores, durante muchos años tuvieron la posibilidad de probar los mercados y tratar de adaptarse a la regulación local, cosa que pocos hicieron y en muchas ciudades los efectos negativos para el ciudadano local habrían comenzado a notarse.